Las ensaladas que se comercializan en bolsas lavadas y listas ya para consumo son seguras, a pesar de la alarma suscitada por algún mensaje que se ha hecho viral en redes sociales. No obstante, es necesario seguir una serie de pautas, al igual que sucede con otros productos alimenticios, para evitar o minimizar los riesgos de intoxicación.
En principio es necesario tener presente que "el riesgo cero no existe", según recuerda Antonio Guerrero, experto en enfermedades infecciosas que ha trabajado como director de los laboratorios y de Investigación y Docencia en el Hospital Universitario La Ribera y ha sido profesor en la Universidad de Alcalá de Henares, la Universidad de Valencia y la Universidad Católica de Valencia, y quien apunta que esto es válido también para las ensaladas, frutas, verduras y hortalizas que se comercialización en envases ya lavadas y preparadas para un consumo directo.
El consumo de este tipo de productos ha ido en aumento en los últimos años. Aún así el índice de intoxicaciones alimentarias asociadas no ha aumentado en Europa. En Estados Unidos, en cambio, sí ha habido un incremento de intoxicaciones ligadas a este tipo de productos, explica el doctor Guerrero.
Las bacterias que pueden contener este tipo de productos y, en consecuencia, dar lugar a un intoxicación son salmonela, listeria, Campylobacter y Escherichia coli, además de algunos virus, como los norovirus, y también parásitos, aunque mucho menos frecuentes, como la Cyclospora.
El elemento que favorece enormemente el crecimiento de estos microorganismos en las ensaladas de bolsa es el exudado, es decir, el líquido que puede provenir tanto del propio alimento como ser generado por condensación.
Pero para que la bacteria u otro tipo de parásitos crezca y se multiplique es necesario "que esté previamente presente, como es lógico", explica Guerrero. Este tipo de microbios pueden provenir de:
- La tierra de cultivo.
- Estar presentes en heces.
- En el agua de irrigación.
- En las superficies de manipulado o de refrigeración de los alimentos.
A partir de aquí puede adherirse a la superficie de verduras, hortalizas y frutas e incluso penetrar en su interior, explica el doctor Guerrero. “El riesgo de que esto ocurra no es alto pero puede suceder”.
Y es que este tipo de preparados listos para consumo se consideran alimentos de alto riesgo, según explica Beatriz Robles, licenciada en Tecnología de los Alimentos y diplomada en Nutrición y Dietética, en el sentido de que cumplen una serie de características que favorecen la transmisión de bacterias y otros patógenos por ser:
- Alimentos frescos
- Que en general contienen humedad
- Presentan una proporción elevada de nutrientes y microorganismos
- No van a experimentar como paso previo a su consumo ningún tratamiento térmico, que elimine los posibles patógenos.
No obstante, es necesario tener en cuenta que estos alimentos precisamente por sus características son sometidos por las empresas alimentarias que los comercializan a un exhaustivo proceso de higienización y limpieza, que suele incluir, según explica Beatriz Robles:
- Lavado en agua acompañado frecuentemente de hipoclorito sódico.
- Proceso de secado.
- Envasado en atmósfera protectora, modificando el ambiente interior de la bolsa para con todo ello inhibir la presencia o crecimiento de microorganismos indeseados.
Y para evitar o reducir el riesgo de intoxicación alimentaria es fundamental que el consumidor siga también una serie de pautas una vez adquiridos este tipo de productos, explica Beatriz Robes, entre las cuales las fundamentales son:
- No romper la cadena de frío, reduciendo al mínimo el tiempo de estos alimentos sin refrigeración.
- Mantener una higiene adecuada en su manipulación
- Respetar la fecha de caducidad indicada por el proveedor.
Errores frecuentes
Un error que se puede cometer es lavar las verduras en casa. "No es necesario e incluso es contraproducente. Si el productor indica en el envase que ya la verdura ya está lavada y lista para consumo es preferible no introducir ninguna manipulación más y depositar directamente el producto directamente en el bol en el que se vaya a consumir, sin pasarlas nuevamente por agua".
Otro error que se puede cometer es pasar la verdura o la fruta comercializada en bolsas específicas a otro tipo de recipiente para su conservación en la nevera de casa. "No es necesario e incluso vuelve a ser contraproducente, mejor mantener el producto en su envase y si cuando se abre no se consume en su totalidad cerrar con una pinza y volver a guardarlo en el frigorífico siempre en el envase original hasta su consumo y siguiendo las instrucciones de caducidad especificadas por el elaborador", señala Beatriz Robles.
Depositar más ensalada o verdura en el bol y pensar después que puede ser una cantidad excesiva y volverla al envase de origen es otro hábito a evitar. "No es conveniente volver a la bolsa producto que ya ha entrado en contacto con nuestras manos, algún utensilio u otro recipiente, mejor sopesar antes la cantidad que vamos a consumir", explica esta experta, todo con ello con el objetivo de evitar o reducir el riesgo de contaminación.
Beatriz Robles indica también que existen algunas hierbas aromáticas que se comercializan también en bolsas de plástico o blíster que "pueden ser un caso diferente, es decir, que aunque parezca que están también listas para consumo y no es necesario lavarlas puede no ser así; es fundamental leer los mensajes o instrucciones que se especifiquen en el envase".
Con respecto a las personas que deben extremar las precauciones, explica el doctor Guerrero, porque son las más vulnerables frente a una intoxicación alimentaria son:
- Personas mayores de 65 años.
- Niños menores de 5 años.
- Personas con el sistema inmunitario comprometido.
Los síntomas que suelen alertar de una intoxicación alimentaria, según recuerda Antonio Guerrero, son:
- Náuseas.
- Vómitos.
- Diarrea.
- Dolor abdominal.
- Fiebre.
Estos síntomas pueden aparecer horas o días después, según el alimento de que se trate, y los más graves y que aconsejan búsqueda de asistencia sanitaria serían:
- Diarrea con presencia de sangre en heces.
- Vómitos muy frecuente.
- Fiebre alta que no remite.
- Deshidratación.
El doctor Guerrero recuerda también que la capacidad patógena depende no solo del microorganismo de que se trate, sino de la cantidad ingerida, y que entrar en contacto con una bacteria o un virus no es directamente sinónimo de intoxicación o enfermedad, sino que el organismo humano tiene capacidad para su eliminación sin consecuencias en determinados casos, por ejemplo, si la cantidad ingerida es reducida.
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